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De la elegancia de los erizos y la profundidad de las palomas

Amo los libros que te hacen sentir.
Así pues, cuando se me ha pasado la llorera al terminar de leer “La elegancia del erizo”, no he podido más que maravillarme.
Desde su comienzo ya prometía; a medida que iba leyendo, mi opinión seiba haciendo cada vez más alta; y al final, cuando me sorprendí llorando, llegué a la conclusión de que lo amaba.
Y es que un libro debe entretenerte, un buen libro, hacerte reflexionar; y una obra de arte, te hace sentir.
Por supuesto deberé leérmelo otras 2ó 3 veces más para asimilar su contenido y digerirlo bien, y aún así, siempre quedarán cosas, pero esta primera lectura, ya ha bastado para dejar huella.

Para mí este libro ha sido como…como…intentaré explicarlo:
Hace un año y pico que llegué a Cacabelos. El primer día que tuve que salir a sacar a mi perro (Pipo), escogí un recorrido que me pareció más o menos adecuado. Hacia el final de dicho recorrido, pasé por una casa bastante grande que me hizo detenerme, y es que olía a jazmín. Siguiendo el olor, descubrí una enredadera de esa planta que se extendía por el muro.
Desde entonces seguí ese recorrido todos los días, y mientras iba escuchando música (siempre lo hago cuando saco a Pipo), me detenía frente al jazmín y me deleitaba con su aroma.
Al cabo de un mes aproximadamente, al llegar descubrí con horror que habían podado/cortado el jazmín.
Me pasé una buena temporada absolutamente horrorizada por su ausencia, pero acabé por darme cuenta, de que, al año siguiente podría volver a disfrutar de ese exquisito perfume.
De esta manera, “La elegancia del erizo” me hacía deleitarme con su “aroma” a reflexión, hasta que, entre lágrimas, lo terminé.

La experiencia previa con el jazmín me hizo llegar mucho antes a la conclusión de que cada vez que volviese a leerlo podría volver a maravillarme, y que siempre sacaría nuevas cosas de él, aunque a fin de cuentas, su aroma permaneciese.

Los personajes de este libro son personas excepcionales que intentan no parecer serlo, y así como Renee se defiende tras las púas de una gruñona portera con elegancia propia de un erizo, Paloma intenta refugiarse en la idea que se tiene del animal que lleva por nombre: un ave algo lunática de la que todos conocemos la canción “se equivocó la paloma…se equivocaba…”. Por lo que la gente dejaba de percibir la enorme profundidad que había bajo el blanco plumaje.
Lo que más me gusta de ella, y quizá sea porque es lo que hace que me sienta identificada en algunas cosas con ella, es su capacidad de reflexión a partir de pequeñas cosas que no son tales, sino grandes revelaciones cotidianas. Por eso es capaz de descubrir la esencia de la belleza en una rosa amarilla y peregrina con el tallo roto.

No tengo el nivel de Paloma, ni su tremenda profundidad, y mucho menos lo tenía a su edad, pero creo que soy capaz de reflexionar mucho sobre esas cosas.

Perdonad si no extiendo mi análisis a Renee, pero escribo esto a las 3 de la mañana, ante la imposibilidad de dormirme con la conciencia tranquila si no escribo esto, y ante el temor a olvidarlo.
Así que, mientras mi pluma redacta las últimas líneas sobre el papel (que luego transferiré al ordenador), les invito a que lean “La elegancia del erizo” y hagan sus propias reflexiones sobre la señora Michel.

2 Comments:

  1. Anónimo said...
    Increible.
    Como puede ser que aun no me haya leido ese libro?! (Bueno e empezado xD)
    Esta misma noche le pego un buen repaso! Bueno pues si tanto te a gustado, no espero algo diferente en mi.
    Una preciosa entrada. Un besito!

    Yasmin.
    Andrés said...
    la verdad es que es verdad que es un buen libro y tiene una buena descripcion de sus personajes y una reflexiones fantastica pero en mi opinion tiene un final apresurado que me decepciono, es mas bien propio de una novela rosa que de una novela de tanta calidad como esta.

    P.D.sera casualidad pero mi palabra de verificacion es 'bilis'.
    asi que mi comentario va con 'bilis' incluida.

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